Siempre supe que mi vocación era ayudar a las personas, y encontré en la psicología el medio perfecto. Tras empezar mi carrera en 2013 y graduarme cuatro años después, entendí que un buen psicólogo requiere más que sólo un título. Por ello, decidí enriquecer mi formación con un máster en Psicología General Sanitaria y no he dejado de aprender desde entonces.

He realizado cursos para especializarme en EMDR, violencia sexual y de género, trastornos de la personalidad, trastornos de la conducta alimentaria y la técnica de la caja de arena, entre otros.

Con cada nueva formación, me he sentido más capacitada para brindar ayuda a las personas que confían en mí. Y todo el esfuerzo ha valido la pena, ya que hoy puedo decir que tengo un enfoque integrador, lo que me permite adaptarme a las necesidades únicas de cada uno de mis pacientes y brindarles una atención personalizada y efectiva.