La salud no es un derecho, es un privilegio. Por eso cuando nos enfrentamos a su perdida transitamos por momentos de mucha complejidad donde, no solamente van a estar presentes los síntomas de la enfermedad, sino también todo aquello que emerge a su alrededor.

Aprender a convivir con una enfermedad, va más allá de lo físico. Implica intuición, confianza y responsabilidad. Con el apoyo psicológico adecuado se reforzarán las capacidades innatas de la persona, ayudando a asumir los cambios y las dificultades inherentes al proceso.